La crisis y escasez de materias primas en el sector productivo se ha reforzado como problema en los últimos meses. Pero hay una crisis mayor persiguiéndonos desde hace décadas: el cambio climático.
No es ningún secreto que somos nosotros mismos los que estamos propiciando el cambio a ritmos vertiginosos, con efectos devastadores e irreversibles.
Sin embargo, no es demasiado tarde.
Parece que son las generaciones que actualmente ocupan los altos cargos quienes dejan las soluciones para los venideros y, en cierto modo, no están equivocados. Sabremos encontrarlas. En mi generación, cada vez somos más los que apostamos por la sostenibilidad y el consumo ético, pero no podemos dejarlo todo para mañana.
Junto a esta defensa del consumo sostenible surgen contraposiciones acertadas: ¿puede todo el mundo permitirse consumir prendas y productos ecológicos? La respuesta es no, no es tan fácil. La industria productiva tradicional está pensada para producir en masa productos con una vida muy corta, exacerbando el consumo y creando, a su vez, falsas necesidades en el consumidor. Las bajas calidades con las que se producen (además de la conocidísima mano de obra en condiciones precarias) generan precios ínfimos, atrayendo así a aquellos que no pueden permitirse la compra de productos de mayor calidad y coste, que son, al mismo tiempo, los que son contratados por este tipo de industria. La producción en masa y no sostenible parece que se hace para el pueblo, pero es, sobre todo, a costa del pueblo.
A simple vista pareciera que la solución lógica a la producción excesiva fuese la producción exclusiva. No obstante, el modus operandi de la industria del lujo tradicional sigue teniendo grandes trabas a día de hoy: tal y como comentamos en artículos anteriores sobre la industria de la fast-fashion y del lujo tradicional, parece que las empresas del lujo tradicional siguen la línea de ensalzarse por medio del rechazo al consumidor medio en vez de la asequibilidad al consumidor “alto”.
El cambio climático es un problema moderno y requiere soluciones modernas
La clave la tiene el lujo ético: un sistema de producción basado en una producción sostenida y sostenible, con materiales reciclados o provenientes de fuentes renovables y éticas, que no explotan a la Tierra ni a sus trabajadores. El foco en este lujo no está en la diferenciación de uno frente a otro por los productos que pueda adquirir, sino en el privilegio que supone poder consumir de manera responsable y solidaria hacia nuestro planeta. Al ser una manera de obrar más reducida, se garantiza que todas las partes que contribuyen a su desarrollo obtengan los beneficios que les corresponden de manera justa y con buenas condiciones de empleo.
A pesar de tener un coste un poco más elevado, es necesario para garantizar la buena vida de los trabajadores, las prendas y la Tierra.
Esta forma moderna de crear busca pasar de ser lo que hoy en día consideramos un lujo, a ser lo que todo ciudadano se pueda permitir. La sostenibilidad está trazando el camino que debemos seguir.
Además, el thrift-shopping (comprar ropa de segunda mano) y la slow fashion (apostar por productos hechos a mano creados en cantidades muy reducidas) es la nueva tendencia que se abre camino entre la juventud. Gracias a las redes sociales y a una mayor concienciación con el medioambiente capaz de llegar de manera masiva a todos nosotros, se está favoreciendo la calidad a la cantidad, motivando a la compra de prendas si bien más caras, de mayor calidad que puedan durar mucho tiempo frente a la ropa y accesorios de gama más baja que sean fácilmente desechables.
El lujo sostenible requiere un compromiso con el medio ambiente y la sociedad que quizá no haya sido la prioridad hasta la fecha, pero sí lo es para los que estamos entrando ahora. El cambio se debe dar de manera efectiva en la mentalidad de los que componemos el futuro, pero las palabras no sirven si aquellos que se encargan de la producción no alteran sus acciones. Esta nueva industria formará nuestro porvenir y para que funcione, es vital que se den de la mano productor y consumidor.