La violenta historia del diamante hasta llegar a la paz con David Locco

La violenta historia del diamante hasta llegar a la paz con David Locco

A las orillas de un río sudafricano en 1869, un trabajador entumecido se adentró en las aguas para refrescarse tras su jornada. Un destello le hizo agacharse, y recogió lo que parecía ser un diamante. Lo que supuso para él un descubrimiento simpático, desencadenó la trágica y violenta historia del diamante como la conocemos hoy.

Su origen en la India y el comienzo de la guerra 

Hace 2800 años, en las entrañas de la India, se descubrieron unas pequeñas piedras brillantes que cautivaban la mirada de todo aquel que se cruzaba con ellas. No pasó demasiado tiempo hasta que llegaron a las manos de la realeza, convirtiéndose así en símbolos de su poder.

A través de las rutas de comercio, estos diamantes llegaron a Europa para adornar las vestimentas y palacetes de las clases más altas.

Miles de años más tarde, cuando se desveló la existencia de minas de diamantes en otros países, India dejó de considerarse el único lugar del mundo con posesión de estas joyas. Se encontró un yacimiento grande en Brasil, pero ninguno atrajo las ansias de conquistarlo como las minas de Sudáfrica.

Los principales pretendientes para bailar con Sudáfrica fueron Gran Bretaña y los bóers, un grupo de colonos de origen holandés y germánico que habitaban la zona. Esta guerra finalizó con la victoria británica.

Victoriosos y con los bolsillos a rebosar de diamantes, los ingleses volvieron a su isla natal. Para su desgracia, vieron que la excesiva oferta de dichas piedras acababa con su rareza y exotismo, a la vez que con su demanda. No tardaron en poner en venta las minas, pues un negocio sin demanda era equivalente a un negocio desierto.

Fue entonces cuando un importante hombre británico decidió comprar gran parte de estos yacimientos.

La manipulación del mercado de diamantes y sus conflictos 

Este magnate de la minería, fundó una joyería de gran renombre que aún a día de hoy sigue activa, si bien es cierto que su pasado fue más que sangriento.

Al conseguir el monopolio de la extracción de diamantes en la zona sudafricana y territorios como Sierra Leona y Namibia, se le sumaron a sus poderes la capacidad de controlar la oferta de diamantes de todo su sector. De esta manera, las noticias que llegaban a los países con el poder adquisitivo suficiente para conseguir dichas joyas, eran de gran escasez de diamantes, por lo que aumentó su rareza y valor, y el deseo de todos por hacerse con una pieza de dicha marca.

Esta manipulación del mercado y la clientela hoy en día estaría prohibida en la gran mayoría de países del mundo por las leyes de comercio.

Además, la fuerte demanda de las piedras propició su contrabando, incrementando los conflictos sociales de estas regiones, donde el diamante se utilizaba como moneda de cambio para adquirir armas bélicas. El impacto de estas guerras aún sacude la historia de los países africanos.

La mala reputación de los diamantes 

No sin razón, estos bellos diamantes se ganaron una terrible reputación y el sobrenombre de “diamantes de sangre” por todos los males que causaron: las guerras, la explotación infantil, sus efectos irreversibles en el medioambiente…

En el 2000, se fundó el Proceso de Kimberley (The Kimberley Process Certification Scheme o KPCS), un certificado que garantiza que los diamantes de mina que se adquieren de la joyería que lo posee, no proceden de países en conflicto. En la actualidad entre un 97% y un 99% del mercado de diamantes tiene lugar en países que forman parte de este plan.

El diamante ético y David Locco 

Sin embargo, la trazabilidad de los diamantes de mina se difumina y se enreda, no pudiendo garantizar al completo que sus orígenes sean éticos y respeten los derechos humanos en todo momento, dando por sentado que su extracción es nociva para la Tierra en cualquier caso.

Por ello, en 1954 se comenzó la creación de diamantes en laboratorios, principalmente para uso industrial. A pesar de que esto aconteciera hace más de medio siglo, los diamantes creados no empezaron a ser utilizados como joyas hasta las últimas décadas.

Es aquí donde nace David Locco.

Movido por el sueño de transformar el lujo en algo ético, David Locco apostó desde sus inicios por los diamantes creados, unas piedras preciosas cuya trazabilidad completamente transparente y sostenible, amiga pacífica del planeta, daría un giro como nunca antes al mundo de la joyería.

Es así como una bellísima estrella de la naturaleza, con una violenta historia detrás, evoluciona ahora para convertirse en un modelo a seguir, de superación y perseverancia.

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